Antiguamente, texto redactado por el autor en honor a la persona a la que se ofrecía su trabajo y bajo cuya protección lo situaba. Esta costumbre estaba vinculada al hecho de que los grandes señores protegían a los artistas y literatos. En el siglo XVI adopta la forma de carta o epístola donde el autor coloca la obra bajo la protección del mecenas de turno y explica los motivos por los que la ha escrito. A mediados del siglo XVIII este tipo de dedicatoria fue desapareciendo dando paso a la dedicatoria más breve y afectuosa que conocemos en la actualidad.